Señor, haz de mi un entrenador que sea
lo bastante fuerte para saber cuando soy débil
y lo bastante valeroso para enfrentarme conmigo mismo,
que sea orgulloso e implacable en la derrota
y humilde y magnánimo en la victoria.
Condúceme no por el camino cómodo y fácil
sino por el camino áspero, aguijonado
por las dificultades y los retos,
allí déjame aprender a sostenerme firme en la tempestad
y a sentir compasión por los que fallan.
Dadme un corazón claro cuyos ideales sean altos,
que me domine a mi mismo
antes que pretenda dominar a los demás;
que avance hacia el futuro
pero que nunca olvide el pasado.
Dadme humildad para que pueda
recordar la sencillez de la verdadera grandeza
y la imparcialidad de la verdadera sabiduría.
Gracias Señor, por permitirme querer ser un entrenador.
ESTA ES UNA EXCELENTE COLABORACIOND E NUESTRO ENTRAÑABLE AMIGO MARCELO ELUSICH
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